Hace años eran nuestros padres los que tomaban las calles. Querían libertad de expresión, democracia y un país mejor para sus hijos. Conquistaron unos derechos que sin saber cómo ni cuándo hemos perdido. Ahora lo importante es luchar para recuperarlos.
¿Cuántas veces nos han dicho que lo hemos tenido todo muy fácil? Es cierto que hemos podido estudiar, vestir ropa nueva, ir a la Universidad y hacer un master. Es verdad que tenemos portátiles ultraligeros, teléfonos de última generación y libros electrónicos. Pero nos falta futuro, nos falta respeto y hasta ahora nos faltaba coraje.
Hemos pasado mucho tiempo ahogados, reprimidos, cabreados y sobre todo callados, pero desde otro rincón del mundo nos han llegado gritos de indignación que nos han ayudando a despertar.
A menudo se nos olvida el poder que tenemos, se nos olvida que somos más y mejores, que sólo nosotros podemos provocar el cambio que tanto necesitamos, un cambio radical y real, pero se ha terminado el silencio y las cabezas gachas, porque vamos a seguir luchando por aquello que Ramón lleva toda una vida esperando.