jueves, 28 de abril de 2011

DIARIO DE UN VIAJE LOW COST

Dicen que hace no demasiado tiempo ir en avión era un lujo del que disfrutaban sólo unos pocos. Me imagino esos aeropuertos llenos de maletines de piel, trajes, tacones, móviles prehistóricos, corbatas...

4.15 de la mañana.
Suena el despertador y te levantas de un salto. Apenas has dormido por miedo a perder el avión. La noche anterior te esmeraste en colocar todas las cosas que necesitas en una gran maleta que no puede pesar más de 15 kilos. En la maleta de mano llevas el portatil, los cables, un par de adaptadores, la cámara de fotos, un libro y un diminuto neceser.


4.45 de la mañana. Un taxista mete tu gran maleta en el maletero. Te dan ganas de preguntarle cúanto cree que pesa, pero tienes demasiado sueño para articular palabra. Mientras arranca te aseguras de llevar impreso tu billete de embarque, un error en este terreno te puede costar hasta 40 euros.

5.07 de la mañana.
Entras en el aeropuerto, ese universo paralelo donde reinan los tubos fluorescentes, y antes de buscar tu mostrador de facturación te acercas a un mostrador vacío. Colocas tu gran maleta y miras con miedo los numeritos rojos. ¿¿18 kilos??¡¡IMPOSIBLE!! La báscula de tu hermana decía ayer que la maleta pesaba exactamente 15 kilos. Apenas han dado las 5 de la mañana y tu ya estás por los suelos. Abres la maleta y descubres un arsenal de jamón serrano envasado al vacío que tu madre ha colocado primorosamente en huecos inexistentes. Sacas dos sudaderas, una chaqueta, un pañuelo, tres bolsitas de jamón, el cargador del móvil y dos libros. La maleta pesa 15.5 kilos. Sonries satisfecho mientras te atas las sudaderas a la cintura, guardas el jamón y el cargador en los bolsillos del abrigo, te cuelgas el pañuelo y recoges los libros y la chaqueta del suelo.

5.19 de la mañana
. Mientras haces cola para facturar tu maleta empiezas a sentir unos sudores fríos recorriendo tu espalda. Uno de tus futuros compañeros de vuelo trata de meter su maleta de mano en un diminuto hueco, otra le pide ayuda a su marido porque la suya se ha quedado atascada y no hay manera de recuperarla. Mientras, algún afortunado pasa el filtro sin problemas.

5.23 de la mañana
. Colocas tu maleta en la balanza. 15.5 kilos. Al otro lado del mostrador recibes un gesto de desaprobación.

- Pesa un poco más de lo permitido

- Pero no llega ni a un kilo

- Pero el máximo es 15

- No se... si quiere puedo...

- No, por esta vez lo dejaremos pasar, pero que no se repita

Aunque tienes ganas de gritarle que todavía puedes atarte una tercera sudadera a la cintura, optas por poner buena cara y desearle un buen día. Aún no han dado las 5 y media de la mañana y ya te has tenido que morder la lengua.


5.28 de la mañana. Llegas al control de seguridad y vuelven los sudores fríos. Una mujer vestida de policía empuja a los pasajeros hacia las diferentes cintas mientras grita en dos idiomas. Cuando llegas a la cinta que te corresponde coges tres bandejas de color verde. En una colocas el abrigo y las dos sudaderas. En otra los libros, el pañuelo, el teléfono móvil, el DNI, la tarjeta de embarque y el cinturón. En la última el portatil. A continuación la maleta de mano y las botas, todo un clásico.

Cruzas el arco de seguridad y empiezas a recopilar tus bandejas a la velocidad de la luz. El jamón ha pasado el filtro sin problema pero la maleta no sale. Al otro lado del arco la fila de pasajeros se impacienta y te miran con odio. Finalmente un señor de uniforme pone tu maleta en una mesa y la abre. La gente mira de reojo la escena esperando que encuentren en tu maleta un machete, una bidín de gasolina o cualquier cosa que les sirva para tener una anécdota al final de su viaje. Después de varios minutos de búsqueda, el señor de uniforme te da las gracias y te deja frente a tu desordenada maleta. Aún no han dado las 6 de la mañana, estás descalza y te sientes como una terrorista.

5.50 de la mañana
. Llegas a la puerta de embarque. Te toca esperar una hora y ni siquiera están abiertas las tiendas.


7.15 de la mañana. Por fin te sientas en el avión y calculas que tienes dos horas de viaje para dormir un poco.

- ¿Quiere un café? No gracias (quizás si no costara 3 euros....)

- ¿Quiere tres cigarrillos sin humo a 6 euros? No gracias, no fu..

- ¿Le gustaría hacerse millonario con uno de nuestros rasca y gana? No grac...

- ¿Desea comprar un perfume de las mejores marcas a un precio inigualable? No gr...

- ¿Y un juguete para los más pequeños? No ves que viajo sól..

- ¿Llaveros? ¿Reproducciones de nuestro avión en miniatura? NO

- ¿Cinco barras de labios diminutas? Que no!

- ¿Relojes de mujer o caballero? No muchísimas gracias, sólo estoy mirando.


9.30 de la mañana. El avión aterriza y tu no has pegado ojo. Aunque parece que todo está a punto de terminar no es cierto. Sabes que tu vuelo de bajo coste te ha llevado al aeropuerto más lejano de la ciudad a la que te diriges. Todavía tendrás que buscar un carísimo autobús que te lleve a la ciudad en cuestión (podrías tardar hasta una hora) y después coger el trasporte público para llegar al hotel. Aún no han dado las 10 de la mañana y ya tienes ganas de que anochezca.

Los aeropuertos, al menos de madrugada, no están llenos de maletines de piel, trajes, tacones y corbatas. Ahora los aerouertos están llenos de niños con sueño, mileuristas, inmigrantes y jóvenes que pronto emigrarán a otro país.